domingo, 27 de septiembre de 2009

El autor y la escritura.

Erns Jünger
El Autor y la Escritura
Gedisa, Barcelona 1996

Según las circunstancias uno puede y tiene que vivir en ruinas (también en ellas pueden habitar los espíritus), pero no se debe vivir de la ruina.

"Tengo algo que decir, pero no sé qué es". Esto se transforma luego en acción y también en agresión.

Valéry: "Hay dos escollos, dos maneras de equivocarse como escritor y de echarse a perder: la excesiva adecuación al público y la excesiva fidelidad para con el propio sistema".

Alboroto-bastidores. "¿No te he aburrido?" preguntó un charlatán a Aristóteles.
"De ninguna manera. No te he escuchado."

La pluma tiene una punta incandescente, deja fuego y cenizas detrás de sí. Los incendios laterales que provoca: fama, suicidio, revoluciones, son secundarios. Pero además hace que los desiertos florezcan.


Octavio Paz
El Peregrino en su patria.
FCE, México 2004

La ironía es el hombre que se ríe de los demás y se ríe de sí mismo; la metaironía consiste en ir más allá de este diálogo con el yo: la metaironía se ríe del yo que se ríe del mundo. La ironía es cruel, la metaironía disuelve la crueldad.
Una de las cosas más bellas del budismo es que los santos budistas siempre sonríen. Y la sonrisa es ironía y es piedad.


Karl Kraus
Dichos y contradichos
Minúscula, Barcelona 2003

Que la palabra escrita sea la encarnación naturalmente necesaria de un pensamiento y no el envoltorio socialmente correcto de una opinión.

Lo que entra fácilmente en el oído, sale también con facilidad de él. A lo que le cuesta entrar, también le cuesta salir.

El peluquero cuenta novedades cuando ha de limitarse a peinar. El periodista se muestra ingenioso cuando ha de limitarse a contar novedades. Ambos son ambiciosos.

Los autores de crónicas para el suplemento literario y los peluqueros hacen el mismo trabajo con las cabezas[...] Rizar rizos en una calva.

Una basta cultura es una farmacia bien surtida: pero no existe ninguna garantía de que no venda cianuro para curar un resfriado.

No hacerse ilusiones: solo entonces empiezan.

Hay que tomarse tiempo para todas las cosas, menos para las eternas.

¿Por qué escribe más de uno? Porque no tiene carácter suficiente para no escribir.



Si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio, calla.
Proverbio árabe






domingo, 13 de septiembre de 2009

Una historia de mierda


Las estrellas de los caleidoscopios en las que los hombres contemplan su propio cuerpo sirven también para medir el cosmos, para dividirlo y clasificarlo. Las cualidades y los esquemas se sobreponen, y la similitud conceptual es vía de pretendidos conocimientos. La mierda, al ser nombrada, se convirtió en símbolo.

Alfredo López Austin

Los hombres hacían sufrir mucho a los perros, y éstos decidieron enviar su queja a Tláloc. Eligieron a un valiente mensajero y le entregaron la carta. Como el mensajero tenía que defenderse en el camino, no la podía llevar en el hocico. Hicieron rollo la carta y se la guardaron en el culo.
El perro mensajero jamás volvió. Ya los perros no saben como era. Ahora todos se revisan el culo cuando se encuentran, en busca de la contestación del dios

Mito de perros. Nahuas de Zongolica, Veracruz.

No hay nada que evidencíe más a la ciudad, que las lluvias, si bien los terremotos suelen por lo general marcar a las ciudades y a partir de ahí implementar sistemas de Protección Civil novedosos y más seguros, la lluvia fenómeno tan cotidiano suele mostrar las deficiencias urbanas, inocultables.
He empezado a creer, que la desigualdad en México no debiera medirse a partir de la mala distribución de la riqueza, sino de la mierda.

¿Por qué castigas a tus hijos más fieles? ¿O fue la pretensión la castigada? Por pensar que sólo frutos dorados se producirían, equiparar al Edén del cual nos desterrastre y así como regalo o cómo castigo inundas sus calles de excremento. Prefieres callar, pero conozco esa sonrisa, la he visto antes.

Hay palabras o frases, que repente suelen venir y presentarse de forma cotidiana durante un espacio de tiempo considerable, la "mierda" últimamente ha hecho su aparición como concepto, sustantivo o símbolo en los últimos días, concluyo al salir de la presentación de un libro que habla sobre ella y detenerme en el cruce de Reforma y Juárez, aspirando el olor fétido que por lo regular se percibe en este cruce abajo del Caballito de Sebastián. También se puede conocer y recordar a una ciudad por sus olores.
Bajo estas acotaciones escatológicas, de repente y extrañamente la obra Puerta 1808 de Felguérez me parece desproporcionada y la fuente multicolor un poco ridícula, experimento una sensación de náusea, que ya no sé si es momentánea o permanente. Así, caminando de forma rápida sobre la Alameda Central un tanto evitando el olor y a la gente, sin detenerme enfrente del Palacio de Bellas Artes donde la sensación se incrementa, doy un respiro en Madero, una cerveza de viernes en la noche no caería mal, pero un dolor de cabeza ocasiona que mi único deseo sea volver a casa. Mala opción.
Tomar el metro no siempre es lo más efectivo para trasladarse en esta ciudad, una parálisis de la línea tres, crea histeria y desesperación en la gente, los primeros informes dan noticia de dos sujetos baleados en la estación Balderas por causas poco claras, al parecer la libre expresión vía vandalismo oprimida, o los quince minutos de fama con los que soñamos. Así, héroes y víctimas circunstanciales.
Esta ciudad a punto del colapso, al borde de la histeria ha visto cosas que no había presenciado, pero así como se urbaniza de forma desproporcionada, la reproducción de hechos igual lo hacen de manera ilógica, intrascendente y absurda, cómo todo lo que últimamente presenciamos en México, dónde un personaje bonachón y de volumen frondoso, llama a recortes y ajustes, donde lo popular ya no lo es tanto si va contra intereses de grupo.
En un país de terroritas con bombas de plástico y de repúblicas de chocolate, donde todo puede pasar, pero nunca pasa nada, he dejado de equiparar mi probabilidad de faltar a una cita con la posibilidad de que me caiga un avión encima, un tanto por respeto para áquellas que sin deberla, pero sobre todo por que las probabilidades van en aumento y he de encontrar alguna otra cosa improbable de sucerder, imposible. Me invade un ansia de salir con la pistola de juguete y a la Adán García dirigirme al banco, no a cualquiera, a ese que manda despertarme, en la parte álgida del sueño, donde todo ha de ser desbordado o donde todas las verdades van a ser reveladas; para recordarme mi morosidad en tipo culposo, hacerme jurar y perjurar que mis cuentas pendientes serán canceladas por la tarde, tanta ingenuidad me perturba.
Observo los rastros del café en la taza, buscando alguna señal, algún mensaje, nada. Desvío la mirada hacia mi abdomen que ha crecido por la noche, debo de evitar estas cenas, me provocan sueños tan raros. Dejo la pistola en el buró y vuelvo a la cama, mis olores matutinos me reconfortan.

sábado, 5 de septiembre de 2009

estas ruinas que no ves


Los habitantes de Cuévano suelen mirar a su alrededor y después concluir:
-Modestia aparte, somos la Atenas de por aquí.

Estas ruinas que ves, J. I.




Estas ruinas que no ves,
estas ruinas que te extraño,
estas ruinas qué no ves,
que no sabes que te amo,
estas ruinas que perdí,
estas ruinas que nunca existieron.


Estas ruinas se transformarán, hay que dejar atrás el lado patético al que se han reducido, por que los tonos irónicos aderezan mejor la existencia, por que las ruinas no estan escritas en tono nostálgico. Por que Ibargüengoitia merece respeto, pero sobre todo, merece la risa.

Esto que ve usted aquí no es más que un rastrojo de lo que fue.

Siempre existirán Glorias en nuestro camino y estaremos mal informados.


acelerar, perder el control...

Tuve que quitar el freno y meter el acelerador más que con la intención de llegar rápido a algún destino, era el deseo de salir y dejar atrás, lo más pronto que se pudiese el lugar asfixiante, así evitar cualquier intento de regreso. Las cartas sin destinatario son peor que aquellas que pudieron quedar en el tintero de la desidia.
Las llantas lisas derrapan en el asfalto mojado de temporada de lluvias inevitablemente, ya normalizada la velocidad, prendo la radio y se anuncia tormenta, mal tiempo para salir a carretera; tarareo una canción desconocida e inexistente mientras me pregunto por qué las grandes tempestades llevan nombre de mujer.
Vuelvo a pisar el acelerador al pasar un libramiento donde se observa un choque fatal, apretujo la mano ficticia, sé que no estamos exentos ni somos inmunes; la muerte siempre trae posibilidades. Volteo y pienso que siempre es mejor viajar acompañado.
Las nubes han quedado atrás, mientras se percibe un cielo más despejado, la luz solar convierte en prismas las gotas de lluvia que permanecen en el aire, ocasionando un festín multicolor, al fin y al cabo efectos de la óptica, son estos pequeños regalos lo que me atrae de la naturaleza.
El viento sopla de forma más amistosa y la brisa contiene olores suaves un poco exitantes, de reprente, una luz cegadora atraviesa los ojos, aprieto el acelerador y suelto el volante.