Los habitantes de Cuévano suelen mirar a su alrededor y después concluir:
-Modestia aparte, somos la Atenas de por aquí.
Estas ruinas que ves, J. I.
Estas ruinas que no ves,
estas ruinas que te extraño,
estas ruinas qué no ves,
que no sabes que te amo,
estas ruinas que perdí,
estas ruinas que nunca existieron.
Estas ruinas se transformarán, hay que dejar atrás el lado patético al que se han reducido, por que los tonos irónicos aderezan mejor la existencia, por que las ruinas no estan escritas en tono nostálgico. Por que Ibargüengoitia merece respeto, pero sobre todo, merece la risa.
Esto que ve usted aquí no es más que un rastrojo de lo que fue.
Siempre existirán Glorias en nuestro camino y estaremos mal informados.
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