martes, 16 de junio de 2009

Mi destino no es la tierra sino el mar.














¿Ama el náufrago la tabla a la que tan firmemente se aferra?
F. Hebbel


A que sabiduría la del velero, no oponer resistencia y dejarse llevar por el curso del viento. A que destreza del navegante, la de ser uno con el viento.

Vuelvo al mar y sus aguas me arrojan respuestas, pensamientos y aunque la tranquilidad ofrecida es engañoza, disfruto de la brisa cálida y de la singularidad de cada ola.
Así, las metáforas de Hebbel adquieren nuevos significados; hago un repaso de lo que fué y lo que ahora será, acaso tabla o embarcación. No encuentro respuesta.
Gran error del navegante no saber el estado del mar, quizá por que para él ha dejado de tener significado, quizá por que ignora otro, simplemente poco importa si empeora o mejora.
En su distracción olvido la brújula o simplemente quiere viajar sin ella.
No cabe otra premisa más que la de arriesgarse.
¿Ahora qué significará?
Poco importa, poco importa también llegar a buen puerto, mi destino no es la tierra sino el mar.

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